El sol había agonizado y muerto hace tan solo unas horas, los gemidos de caballos y trote de personas se mezclaban para crear un efecto atemorizante, como huestes conformadas por demonios, nada más alejado de la realidad. Eran jóvenes, casi niños y hombres que angustiados e indignados reclamaban con machete en mano, por la heredad de sus padres, pedazos de tierra que les habían sido arrebatados y ahora trabajaban arduamente, sin descanso para llenar los graneros de los hijos de Tonatiuh, aquellos seres que por tener piel blanca creían que podían hacer que lo malo fuera bueno, aquellos seres que tenían un dios enemigo de los indios. Los que más habían robado eran los más ensalsados, admirados, llamados héroes entre ellos. Los que más indios habían esclavizado eran los más admirados, los más temidos, los más consentidos por los sacerdotes de aquél dios.
Esta noche los hijos del maíz se enfrentarían a sus hermanos, hechizados por los hijos de Tonatiuh en una batalla por lo justo, lo que Anastasio no sabía era que los sacerdotes de los hijos de Tonatiuh ya habían dado aviso a los ejércitos de los blancos de algunos movimientos de los nonualcos, y los estaban esperando para emboscarlos en Tapalhuaca, el General y su ejército estaba listo y agazapado en una quebrada, Anastasio y sus valientes avanzaban cada vez con más sigilo, yo me mantenía con el grupo de la retaguardia, y miraba con atención las señales que se hacían los comandantes, en un instante todo el grupo se quedó quieto, en silencio, observando las sombras, que dejaba ver la luz de la luna, en una calma espantosa, empecé a respirar agitadamente, al ritmo del sonido de los grillos. Mientras observaba hacia los contornos de la quebrada alcancé a distinguir una silueta de un hombre en un árbol, y cuando esta silueta se movió la luz de la luna se reflejó en la hebilla del hombre en el árbol, y el rayo pareció liberar la energía contenida por las huestes nonualcas, una voz rompió el silencio gritando ¡emboscada!.
Los soldados se abalanzaron con furia contra los nonualcos, las detonaciones que hacían los martillos y las chispas de las escazas armas de fuego de los soldadoseran ahogadas por los gritos y golpes metálicos de los corvos, las lanzas de madera eran clavadas en los caballos de los enemigos y en el pecho de los soldados de Tonatiuh, yo observaba y vigilaba la retaguardia, impaciente, aterrorizado, mi último compañero se había enfrascado en una lucha cuerpo a cuerpo con un soldado que estaba por martillar la cabeza de un nonualco, me quedé solo en mi espera, y observé a un soldado que se dirigía hacia mi, corriendo deslizándose entre las sombras, saltando sobre cuerpos y ramas secas, con un corvo en su mano derecha levantada, dispuesto a cortarme la cabeza, a medida que se acercaba a mi gritaba con furia y sus ojos apenas perceptibles estaban inyectados de odio, rabial furia, sangre... era como si la muerte con su hoz estaba por llevarme... empuñé mi lanza y mi corvo resuelto a luchar y resignado a morir... pero en el instante en que el soldado se disponía a volarme la cabeza de un machetazo otra sombra apareció y le cercenó el brazo a mi enemigo... cuando el hombre cayó arrodillado buscando su brazo en la oscuridad, levantó la vista ante los pies de un hombre, tanto el soldado como yo mismo estábamos sorprendidos, era Anastasio, que sin titubear ni un instante y antes de que el hombre pudiera reaccionar lo decapitó. Sin siquiera volverme a ver el líder se abalanzó contra otros soldados mientras gritaba con una voz poderosa ¡adelante santiagueños! el olor a sangre empezaba a penetrar en las fosas nasales como humo, y al percatarme de la gran matanza me reincorporé y empecé a pelear, Anastasio dirigía a los suyos desde el frente de batalla, y cuando logró divisar entre la oscuridad y los pocos rayos de luna al líder de los soldados, se dirigió contra él, el General estaba solo, sin nadie que lo apoyara o defendiera; el General identificó de inmediato a Anastasio y al verlo cerca emprendió la huída, los soldados, al ver que su General corría despavorido para no ser alcanzado por el líder de los nonualcos creyeron que estaban perdiendo la contienda y se echaron a correr también. Los nonualcos gritaban victoria, mientras su líder se perdía entre matorrales persiguiendo al General, Anastasio había corrido un buen trecho y yo me inquieté al ver que los soldados estaban huyendo pero iban corriendo detrás del General y Anastasio, entonces comprendí, era una trampa. Corrí con todas mis fuerzas y grité ¡sigan a Anastasio, es una trampa! los nonualcos se echaron a correr conmigo; pero el ejército militar y el Indio Aquino habían casi desaparecido en la oscuridad, solo seguíamos el ruido de su aso por la espesura de los matorrales. Anastasio se percató que lo estaban siguiendo y vió al general que se detuvo ¡así te quería indio bruto, hoy vas a morirte y me voy a comer tu corazón crudo! le dijo el General; Anastasio comprendió lo que pasaba y se lanzó a un barranco, pero los soldados lo perseguían sin dar tregua, algunos se rompieron una pierna, o un brazo al lanzarse al barranco, otros quedaron estrellados en piedras, los que lograron seguir la persecución sentían cada vez más temor, Anastasio corría, conocía perfectamente los terrenos donde se encontraba, llegó a un río y sin vacilar ni un instante se lanzó a una poza, en la oscuridad, y salío al otro lado, para escalar un muro de piedra y colgándose de las ramas de los árboles logró llegar al otro lado de la poza, los soldados se lanzaron también al agua en la persecución, pero algunos cayeron en aguas poco profundas y se desgarraban las piernas, se doblaban y quebraban tobillos, se reventaban las cabezas, hasta que alguno logró divisar al indio y en un golpe de suerte logró apuntar el único tiro de su arma que por casualidad dió en una pierna de Anastasio, lo que no lo detuvo, pero hizo que se resbalara, para que los pocos soldados que habían pasado el río lo lograran tomar por las piernas, con palos y cachas de machete le pegaron en la herida de la pierna, lo golpearon hasta dejarlo casi sin conocimiento... el Rey de los nonualcos había sido atrapado.
Continuará...
1 comentario:
¡¡Emocionante!! leyendo también sentí la respiración agitada como el cantar de los grillos... Impaciente espero
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