19.12.13

Más respeto a nuestra Sinfónica

Luis Clemente Ventura / Abogado y Músico
Miércoles 18, diciembre 2013 | 7:38 pm


La percepción general es que la gestión y realización cultural en nuestro país no ha pasado por sus mejores momentos en los últimos años. Revisando las noticias uno se da cuenta de la terrible situación que los trabajadores del arte están pasando. Sin entrar en detalles de los últimos acontecimientos acaecidos entre el organismo rector cultural, la ahora llamada Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura), y los funcionarios públicos que la componen, quisiera hacer algunas reflexiones sobre la situación de una de sus dependencias, quizás una de las más expuestas al público: la Orquesta Sinfónica de El Salvador (OSES).
Quiero referirme  intencionalmente en primera persona sobre este tema, sintiéndome con alguna propiedad de hablar de la que fuera y sigue siendo en alguna medida mi “casa”, artísticamente hablando. Y es que cuesta pensar que gran parte de las penurias que esta joya de la música nacional padece, vengan originadas de la misma Secultura. Para poner al lector en perspectiva, al hablar de la “Sinfónica”, me refiero a la única orquesta profesional del país, con más de 90 años de existencia (de las más antiguas de Latinoamérica), la institución cultural del estado que no dejó de presentarse incluso en los años de guerra, y para cereza al pastel, la primera institución hasta la fecha a la que se le ha otorgado el título de “Patrimonio Cultural Vivo de la Nación”.
Estos últimos dos años, pareciera que cuantos más títulos y reconocimientos recibe la Sinfónica, más es el maltrato que recibe de parte de las autoridades del ente rector. Muchos han sido los ejemplos de estos maltratos que han salido a la luz en fechas recientes, y puedo decir con franqueza, que algunos los he escuchado, otros los he confirmado, y varios los he vivido en mi constante convivencia con las actividades de la OSES y mi interacción con los músicos, y que se vienen realizando desde principios del año 2012: bloqueo de escenarios para las presentaciones, como es el caso de mover a la Sinfónica fuera del Teatro Presidente en este año 2013, aún y cuando existe un decreto ejecutivo que establece que la sede principal de la OSES es dicho escenario, sin respetar la prioridad que tiene la Orquesta y sus presentaciones.
El presupuesto para la realización de las Temporadas Sinfónicas reducido al mínimo, rozando la ridiculez, con el argumento de que las finanzas públicas no permiten que se tengan ni solistas ni directores invitados, mucho menos del extranjero, y dejando además en un limbo la participación de los músicos solistas nacionales que son miembros de la Orquesta misma, nada más  absurdo, si entendemos que los mejores ejecutantes en varios de los instrumentos, si no la mayoría, se encuentran formando parte del elenco orquestal.
Cambios antojadizos de horarios, que ya fueron superados en parte, pero que aún tienen secuelas en la asistencia. Nula publicidad de los conciertos por parte de la Secultura, si bien existen esfuerzos de un grupo de destacados auspiciadores de variadas formas publicitarias, actividad reforzada ahora con el involucramiento de la asociación de músicos de la Orquesta.
Lo más triste del caso es que al parecer, todas estas acciones no tienen ningún criterio técnico ni artístico, sino que son el reflejo de algún capricho de parte de la actual Secretaria, la señora Granadino, de quien antes de ser nombrada en este cargo, no se tenía noticias de ella en alguna rama del arte (plástica, literatura, etc.) y de uno de sus cercanos colaboradores, el señor Alejo Campos, de quien todo indica enfrenta un evidente conflicto de interés al ser funcionario de Secultura y además empleado de un grupo orquestal gestionado por la Asociación Pro Arte, la Orquesta Sinfónica Juvenil, que es una de las más beneficiadas del programa de subsidios a instituciones culturales, recibiendo una asignación anual en 2012 y 2013 de US$90,000.00 en cada año (casi doblando lo recibido por dicha entidad en años anteriores), casualmente la cantidad con la que la OSES había planificado la temporada 2012. Usando el sentido común, no se puede patrocinar actividades por fuera de la institución si no se tienen cubiertas las necesidades propias dentro de la Secultura.
Ninguna institución es perfecta, pero la historia pesa y la OSES sigue siendo la mayor exponente de la música académica en nuestro país, contribuyendo como escuela complementaria para músicos, muchos de ellos destacados ejecutantes en el extranjero, y ha permitido al público salvadoreño gozar con lo mejor del repertorio universal.
Este artículo bien pudo titularse también “Más respeto para la Cultura”, pero mi poco conocimiento a esta fecha de las vicisitudes en las demás ramas del arte me hace limitarlo a la parte musical. Una disculpa entonces de mi parte con el resto del gremio artístico y mis mejores deseos para que sus demandas sean escuchadas. Quiero terminar como empecé: Más respeto para nuestra Sinfónica. Se lo ha ganado y se lo merece.







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