20.4.12

Las llaves


Era de conservarlas junto al corazón,

celosamente bajo el misterio de siete candados,

confiarlas a los viejos guardianes de los sueños.

No debieron dejar las llaves al paso.



Yo que obedecí paciente a mi sombra,

que palpé dos veces el corazón amado para saberlo mío,

ahora resbalo en grises sin agarrar el paso,

nada es sutil aún besando la frente hermana.



Ya nadie reconoce las manzanas llegadas del Edén,

desconfiamos del ángel vendedor de rosas,

huérfanos vamos por una senda ya borrada,

la desazón planta sus fieras y pinta antorchas.



Intento olvidar pero todo viene de golpe.

Voy de un punto cardinal a uno visceral,

una sed en la que tropiezo dicta la regla,

a nadie embelesa el beso más mío.



Los bandidos andarán de tambores pregonando,

engolosinándose hasta perder el rumbo de regreso,

internándose en el antiguo vicio de cultivar lo oscuro,

caminarán alzando la copa que los volvió fugaces.



Grito al universo para que entreguen las llaves,

que las depositen en el blancor de aquel sueño.

Enfurecido reclamo a las bestias del viento.

Que alguien diga cómo abrir el portón,

cómo volver al tiempo de campanas y de asombro,

al jardín donde la luciérnaga era nuestro faro.
¡Oh, luz de la infancia!


Por: Mario Noel Rodríguez
Tomado de "IRAKUNDIA"

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