6.6.11

La República que no existe II


Al despertar de mi sueño me incorporé de un salto, y al ver mis manos noté que tenía el mismo collar que creí haber soñado, me asusté y retrocedí; al apoyarme en la piedra sellada sentí como mi mano no encontró nada sólido y mi brazo se hundía, miré hacia la piedra horrorizado mientras un agujero negro me succionaba hacia dentro, cuando la piedra había tragado mi cuerpo sentí que caí como un metro; con mis pies en la tierra traté de volver pero la piedra estaba dura de nuevo; vi el sendero y decidí caminar de regreso, solo, pues el guía se había marchado.

Al llegar al campamento encontré a un hombre con ropa de manta blanca que me dijo: "vos sos el visitante, yo te voy a llevar por nuestra tierra, hasta nuestro cacicazgo", dicho esto me guió hasta unos caballos, me hizo subir a uno y cabalgó a mi lado en otro animal, estaba en el mismo lugar, pero de repente los pobladores me parecían distintos, no habían carros ni alambrado eléctrico, parecía que el tiempo había retrocedido.

El hombre empezó a hablarme: "Estábamos esperando que llegaras, el viejo sabio nos dijo que te quedarías un tiempo, para aprender nuestra forma de vida, en este momento te llevo a ver a nuestro gran rey y libertador, el prócer de nuestra tierra" entonces pensé que me llevaría a ver a un político. Mientras cabalgábamos caí en la cuenta que todo era un sueño y decidí dejarme llevar por los acontecimientos, el hombre siguió hablándome... "Estamos por llegar a Acaxual, lugar donde nuestro héroe y mártir Atonal luchó contra Tonatiuh y lo hirió en la pierna, tenés mucho que aprender; hace muchos años, vino Tonatiuh con sus demonios, tomaron nuestras tierras, las tierras de nuestros abuelos, mataron a nuestros padres, madres y hermanos, solo dejaron personas suficientes para servirlos a ellos, entonces nos hicieron sus esclavos, eliminaron nuestros templos, nuestros escritos sagrados, humillaron a nuestros reyes y prohibieron que habláramos nuestro idioma ancestral para que no nos rebeláramos contra ellos.

Pero los hijos de Cuscatlán, los nonualcos y los demás pueblos éramos fuertes, deseamos la libertad, por eso no lograron someternos completamente y siempre habían grandes guerras entre los hijos de Tonatiuh y nosotros". Escuchaba sorprendido la historia de aquél hombre, que cada vez hablaba con más orgullo y su mirada se clavaba en el horizonte, contando su historia, entonces prosiguió: "Cuando Tonatiuh se dió cuenta que nuestro espíritu era fuerte, buscó ayuda para doblegar nuestra alma, y así llegaron los hombres calvos con ropas negras, y ellos empezaron a decirnos que nuestros dioses eran blasfemia y que debíamos aceptar el nuevo Dios que ellos conocían, de lo contrario al morir nos iríamos a un lugar peor, lleno de los hijos de Tonatiuh, donde sufriríamos más que ahora que somos esclavos.

La gente tuvo miedo y muchos aceptaron la nueva religión, que además enseñaba que para tener un descanso y paz por toda la eternidad, tenemos que ser obedientes a la voluntad de los hijos de Dios, los mismos que habían robado nuestra tierra, y asesinado a nuestros hermanos, esos que nos habían hecho esclavos, pero no contaban con que nacería nuestro libertador, nuestro prócer, al que pronto conocerás" me dijo el hombre, ya estaba completamente intrigado por saber de quién me hablaba, mientras el camino por las veredas y campos abiertos se tornaba apacible, con una tranquilidad que asustaba... pronto llegaríamos frente al gran libertador...

Continuará...












Por: Dodo

1 comentario:

Unknown dijo...

Sigue, sigue... qué pasó, ¿quién es ese libertador?