27.5.11

La República que no existe

Quiero relatar lo que me ocurrió un día que decidí ir de campamento a "El Imposible", un bosque de montaña ubicado en Ahuachapán, en el Municipio de San Francisco Menéndez. Esto es algo que luché por callar pero ya no puedo más con el peso de esta situación y es necesario que lo cuente, para dejar de tener pesadillas por las noches. 

Cuando pude llegar al lugar, después de pasar el desvío de Ahuachapio, en la entrada San Benito, levanté una tienda con la idea de acampar por tres días, el primer día estuve batallando con el campamento para que no se mojara la tienda, entrada la tarde me tomé un café con uno de los guardaparques llamado Miguel, que amablemente me había ayudado a levantar mi campamento. Con el aroma de café de palo llegó el hijo menor y la esposa del guardaparques a hacernos una agradable compañía, que se reforzó con las zalporas de almidón calientitas que la señora llevaba en un mantel.

Al calor del fuego que habíamos encendido en el campamento, enmedio de las cenizas chispeantes que se levantaban de la leña que se consumía, les empecé a preguntar por las pasadas que cuentan los guardaparques de la zona; Miguel, su esposa y su hijo se volvieron a ver entre sí y rápidamente empezaron su leyenda:

"Mire Don, aqui en la caminata más larga a la piedra sellada siempre suceden cosas extrañas, pero mi papá que vivió aqui desde siempre igual que sus abuelos, siempre nos decían que respetáramos la piedra, porque es un portal a otro mundo, nadie sabe cómo llegó ahi, solo decían que un día después de una tormenta que estuvo llena de truenos y relámpagos esa piedra esculpida apareció en el lugar donde hasta hoy se encuentra,  los grabados que tiene fueron hechos por espíritus; dicen que antes, los abuelos de nuestros abuelos llevaban a los maleantes a esa piedra, por la noche, ese era el máximo castigo para los que hacían mal en nuestras tierras, solo los asesinos y la gente más mala merecía el destino de ser llevado a la piedra sellada, de donde no regresaban jamás". 

"¿y qué es lo que les hacían ahi? ¿los mataban?", pregunté intrigado mientras mi delicioso café humeaba desde la taza en mis manos.

"No, no los mataban, los hacían pasar por esa puerta del diablo para que cayeran en un mundo del cual nunca podrían salir, a los maleantes no se les volvía a ver, pero por tradición tenemos prohibido hablar de ese lugar, de ese mundo, ni siquiera sabemos el nombre... dicen que era un lugar horroroso, tan terrible como el infierno mismo". El guardaparques terminó su relato cuando su esposa le jaló el brazo y le hizo un ademán, indicándole que ya no siguiera hablando del tema, con ese inquietante momento se apagó la fogata y ellos regresaron a su hogar a dormir.

Mi curiosidad por conocer el lugar de la piedra sellada creció como la luna al paso de la noche; hasta que por la mañana le dije a Miguel que programara una caminata al lugar, y si no habían más personas que aún así me considerara para la actividad. El Imposible es un lugar con vida propia, el bosque no duerme durante la noche, mi sueño se vió interrumpido varias veces por los pasos de animales que rodeaban mi tienda de campaña, cotuzas, mapaches, tacuazines, búhos y otros animales irreconocibles para mi limitadísimo conocimiento de la fauna salvadoreña, el sonido del correr de las aguas del río  se escuchaban  muy cerca a pesar de la gran distancia que nos separaba de él.


Después de las suculentas comidas caseras de la mañana y el medio día me preparé para salir a la caminata esperada, Miguel llegó después del almuerzo a mi tienda y me preguntó si estaba listo, a lo que entusiasmado respondí con una sonrisa y el gesto de ponerme la mochila a la espalda. La caminata comenzó y los senderos se tornaban cada vez más estrechos, después de caminar varias horas cruzando verdes parajes, con árboles que parecían milenarios y madrigueras de tigrillos, llegamos al tan esperado lugar: la piedra Sellada. No ofrecía un cuadro impresionante a la vista de personas que no gustaran de la arqueología aunque fuera por afición, pero si intrigaba de sobremanera su historia; estábamos tan cansados con Miguel, que nos recostamos en la piedra y cuando menos lo esperábamos, ambos quedamos dormidos.


En mi sueño me vi sentado a un lado de la piedra y un anciano que parecía oriundo del lugar, con sombrero de junco, caites, pantalones y camisa de manta, el hombre se acurrucó frente a mi y me dijo:  

"Hace mucho tiempo, había un lugar olvidado que nadie conoce porque no existe ningún vestigio o rastro de él, tampoco documentos ni historias o tradiciones orales que confirmen su existencia. Era un país que no tenía nombre, mis padres me dijeron que existía el peligro de que los ciudadanos de ese país invadieran El Salvador, y nos hicieran sus esclavos, pero lo peor era que nos enseñaran a vivir como ellos". El anciano levantó uno de sus puños a la altura de mis ojos, abrió su mano y me entregó un collar con una cabeza de jaguar esculpida en un trozo de madera... en ese momento desperté.

Continuará... Busque en este blog la segunda parte y todas las secuelas de esta novela

Por: Dodo

1 comentario:

Unknown dijo...

¿El Imposible? me suena a misterios interminables... prepararé una taza de café de palo, y esperaré la continuación de este relato muy interesante (a mi también me gustan las zalporas de almidón)