28.8.14

 
27 de Agosto de 2014 a la(s) 6:0 - Óscar Picardo Joao
 
1.- El contexto político empresarial: El país está secuestrado por un grupo de empresarios voraces, que no quieren pagar impuestos, y que han logrado niveles de enriquecimiento exacerbados y extraordinarios; y por un grupo de políticos corruptos, que a costas del Estado, han logrado incrementar su patrimonio con privilegios inimaginables... estos dos factores culminan y se sintetizan con la indiferencia de políticas públicas ineficientes que reproducen los círculos de pobreza, exclusión y migración, y con una pseudo rivalidad que genera tolerancia entre estos empresarios y políticos poco patrióticos que lo que les interesa es el dinero, más que la RSE y la transparencia. Seguimos –por treinta años– más allá de derechas e izquierdas: con escuelas y hospitales pauperizados, miserables e inhumanos, con un sistema judicial desastroso, con pleno abandono de la cultura y la ciencia, con la violencia y las pandillas al alza, e impulsando la migración forzada para recibir más remesas, todo esto bajo la sutil complicidad de los organismos internacionales y de los cooperantes”. En realidad la escuela y el sistema educativo no les interesa mucho a la clase política y empresarial.

2.- El rol de las gremiales: Desde las reformas de Béneke hasta nuestros días la principal preocupación de las gremiales ha sido salvaguardar los derechos laborales conquistados y las mejoras salariales al margen de la calidad educativa y al margen de los estudiantes. Es importante e imprescindible dignificar al magisterio, mejorar significativamente su salario y prestaciones, pero ninguna gremial habla en voz alta y con ímpetu de evaluación, de cambios, de reformas, de data, de las políticas, de desarrollo profesional, de diálogo técnico, etcétera; el único discurso que escuchamos es incremento salarial. Necesitamos una verdadera transformación gremial, y tratar temas técnicos con la misma intensidad que se tratan los temas salariales; hoy las gremiales están fracturadas y divididas por negociar de manera mezquina tratos preferenciales. Sin los docentes no hay cambio posible o viable.

3.- El modelo actual: El intento de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno que impulsa el MINED con apoyo de la cooperación italiana, Banco Mundial y USAID no es “inclusivo” ni de “tiempo pleno”; las brechas de matrícula en educación Inicial, Parvularia y Media demuestran que está excluido el 50 % de los estudiantes, y el concepto fragmentado de turnos escolares impide la necesaria expansión del tiempo educativo. El modelo es tan envidiable como inviable en las condiciones fiscales actuales. Sigo visitando escuelas sin encontrar un rumbo curricular claro, y con los mismos problemas. La escuela seguirá igual pese a la millonaria inversión.

4.- El rol de las universidades: Tras el estancamiento de la acreditación y de los procesos de evaluación muchas de las 38 universidades seguirán haciendo lo mismo: formar administradores y abogados –al margen de las necesidades del sector productivo–, sin invertir ni arriesgar en temas de calidad e investigación (salvo excepciones). Mantenemos un sistema terciario mercantilizado que se debate entre la admisión masiva, el auge de los profesores horas clase y una tímida oferta de posgrados. Aquí se forman los maestros, ¿qué podemos esperar...?

En síntesis, el sistema educativo está encadenado y condenado al fracaso si no se abre un debate o diálogo en búsqueda de consensos nacionales y de políticas de largo plazo. Y esto es condición fundamental para crecer como nación.

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