(Para José Enrique segundo)
Niño de los mil rostros
Tienes un tesoro escondido detrás de cada sonrisa
Y una lluvia de rosas en tus primeras palabras
Arribaste a este planeta , cuando terminaba marzo,
En la conjunción perfecta de las lunas de verano.
Arribaste impetuoso a contarnos los secretos de tu vivencia escondida.
El día se vistió, con la luz de los celajes
Y la noche en su misterio
Sosegó tu cuerpecito.
II
Niño sabio y cariñoso
Llegaste cuando el siglo, aún estaba en su infancia
Niño, tan lindo, tan dulce como la miel de una rosa.
Vas a conocer la vida con altibajos y nudos
Vas a conocer tu patria altiva, recia y muy noble
Y al rozarla con tus ojos
Matizarás de colores
Y barniz de tus pupilas.
III
Déjame sembrar tus sueños
Con la diafanidad del lago,
La transparencia del río,
Y la luz del sol ardiente
IV
Dame tus manos de seda,
Para soñar tu futuro
Mientras tú y yo nos miramos
En los espejos del tiempo.
Tienes los genes maternos,
En tus ojos , en tu ceño
Y en la totalidad del rostro
E implacables por tu sangre trotan los genes paternos.
V
¿Quién puede negar tu esencia?
¿Quién puede torcer tu historia?
¿Quién puede callar las notas de los enes de tu padre? Niño, serás como el arpa, con sus matices complejos,
Reflejando tus raíces, en sonatas armoniosas.
En tu vida, habrán sorpresas y en tus cantos
Muchas notas con misteriosos acordes.
VI
Yo tomaré con mis manos, las notas de mi ascendencia
Para aspirarlas con fuerza, mientras te digo : “precioso”
Niño más lindo que el cielo
Siempre veo en ti a mi hijo.
( Dulce, humilde
Sereno, diáfano
Amoroso y triste
Amoroso y alegre
Con una voluntad férrea como la de mi madre)
Niño de las mariposas
Y enjambres de enredaderas,
Abres hoy un libro nuevo,
Una historia nuevecita,
Y tus ancestros en ella.
quizás
desde esta distancia
Y esta soledad de siempre
Imaginando a mi manera
partículas de mi yo
navegando en el rítmico torrente de tu sangre.
Por Ana Delmy Amaya
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