28.7.11

La República que no existe V


El ejército de Anastasio era enorme, superaba por mucho los pequeños pelotones militares. Me parecía que el señor de los nonualcos estaba muy satisfecho con lo que se estaba logrando. Al preguntarle a uno de mis acompañantes acerca de los planes a futuro de su líder, me dijo que todo apuntaba a que se pretendía formar La República de los Nonualcos, y que incluso habían llegado líderes de otras regiones para proponer unirse y formar una especie de República Libre de Cuscatlán, pero Anastasio era un hombre muy cuidadoso y tomaba todas las precauciones necesarias para no sacrificar su ejército enfrascándolo en una lucha que no pudiera ganar. Nunca le daba mucho crédito a los rumores y mensajes que le llevaban algunas personas, diciéndole que su ejército era más grande que cualquier ejército nacional y que si atacaba la ciudad principal era seguro que conquistaría la libertad de todos los indios.

La luz de la mañana anunció la llegada del ejército nonualco a Tepetitán, cuando entramos al pueblo las personas estaban felices de recibirnos, pero también se notaba cierta preocupación en sus miradas, parecía que habían noticias para el caudillo, alguien se le acercó y le dijo algo que puso muy serio al libertador, se dirigió a la casa que servía de cuartel y se reunió con algunos hombres. Supe después que lo que le habían notificado era que el ejército, en venganza por lo que había sucedido en la madrugada, sacó a los padres de Anastasio de sus ranchos y los empezaron a torturar en la plaza pública, la gente despertó con los gritos de los padres del libertador que colgaban de un árbol mientras los soldados les daban de golpes con un grueso trozo de árbol de guayabo, a estas alturas de la mañana no se sabía si aún estaban vivos, pero decían que mientras los golpeaban, en sus lamentos gritaban con todas sus fuerzas, "¡que viva Anastasio, libertador de los nonualcos, sigue luchando no te canses nunca, tu pueblo te ama!" palabras como esas salían de la boca de los padres del libertador, a veces no las terminaban de decir cuando los soldados ya habían golpeado sus bocas, rajando sus labios, quebrando sus mandíbulas, moliendo la carne de sus cuerpos. Era irónico que los soldados de esa zona habían sido compañeros de juegos con Anastasio, habían comido juntos después de las largas jornadas de siembra de maíz, iban a nadar a las pozas cercanas a la casa, los militares que estaban matando a sus padres habían sido alimentados por las manos que estaban moliendo a golpes. "Los hijos de Tonatiuh son poseedores de una magia negra tan poderosa, que le arrancan toda la bondad del alma a los indios" decía Anastasio. No había explicación para tanta maldad de parte de los mismos hermanos indígenas para con su pueblo, la magia negra de los opresores.

Al reponerse Anastasio de las malas noticias, discutió un momento con sus allegados, acerca de la forma de gobierno que tendrían en la República nonualca, y la posible visita de algunos líderes indígenas que le habían solicitado ayuda para liberar las tierras de sus antepasados que ya habían sido tomadas por los hijos de Tonatiuh, y habían esclavizado a sus habitantes de forma cruel, Anastasio estaba planificando la liberación de sus hermanos indios y sus tierras... pero no contaba con la magia negra de sus enemigos, que tenían hechizados incluso a los sacerdotes

continuará...


Por: Dodo.

1 comentario:

Conde dijo...

yo he escrito toda mi vida, aunque no sé si soy escritor.